Ana salió de su casa, un chalé pareado en una de las urbanizaciones de Somerville, en Boston. Su marido había conseguido un trabajo como analista financiero en Fidelity Investments, en la central de Boston, y por fin habían podido mudarse de Anchorage, donde las bajas temperaturas reinaban sobre todo lo demás. La tremenda barriga de embarazada no le ayudaba a bajar escaleras así que tuvo que ir con cuidado. Se montó en el sedan y se dirigió al centro comercial, donde haría unos recados.
Podía aparcar en la zona reservada para embarazadas y familias, por lo que tendría que andar menos para acceder al Assembly Row, donde le gustaba ir a comprar. Se bajó del coche y comenzó a andar, fijándose sin poder apartar la vista en otra embarazada que esperaba de pie, y que estaba mirando directamente hacia Ana y su coche.