martes, 5 de septiembre de 2017

El maletín

Murió su tío, que era juez, y heredó su maletín de piel gastada. Decidió estrenarlo y llevarlo a su siguiente juicio, como amuleto tras los desastres anteriores.



Debía defender a una inocente. Dejó el maletín encima de la mesa y rápido descubrió una labia que no tenía, citando conceptos y términos desconocidos. Miró el maletín, decidió llevarlo a la siguiente vista.




Su defendido claramente había actuado mal. Cuando debía intervenir en el careo, se le congelaron las palabras.


Vio cómo refulgían unas letras en el maletín por un momento Sine ira et studio, no era una ilusión, después vio Nocens damnatur ubi iudex absolvitur.


José Manuel ganó y perdió juicios, siempre con ese objeto impresdindible de piel negra que fue su guía para reparar la justicia y defender la verdad. Fue pobre, aunque inmensamente feliz, por el resto de sus días.











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