viernes, 22 de septiembre de 2017

La Madre

Jennifer entró en su casa, tras volver de una dura jornada de trabajo. Inmediatamente fue a ver a sus niños, los dos estaban en sus cunitas.




La pequeña miraba con sus enormes ojos azules, la sacó de la cuna y la cambió el pañal, le puso ropita nueva y la arropó de nuevo.

Mikel también necesitaba que le cambiaran.
Jennifer vivía sola, antes tenía unos cuantos gatos, pero desde que entraron en su vida los dos gemelos, no tenía tiempo para nada, así que los gatos tuvieron que desaparecer.

Pudo ducharse, nerviosa por sus niños ya que estaba sola, pero en cuanto se puso el pijama, fue de nuevo con ellos.  La habitación era preciosa, con dos cunas iguales salvo que una era rosa y la otra azul, lámpara con forma de nube, peluches, cómoda cambiador, no faltaba nada. Ya no tenía tiempo de tener ninguna vida social.

Su vida había cambiado radicalmente, pero no era suficiente, necesitaba algo más. Había decidido tener más niños.

Sonó el timbre, era un repartidor con una caja enorme para ella. Tras firmar el albarán y cerrar la puerta, desenvolvió el paquete, eran Susan y Graham, otros dos bebés de vinilo, talla cero, totalmente nuevos y con su certificado. Sólo para ella.







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