martes, 3 de octubre de 2017

En mi memoria

Creo que a veces no me acuerdo de quién soy realmente, y creo que cada vez ocurre con mayor frecuencia.







Estoy vagando por este paisaje de árboles y piedra que me resulta tan conocido, me cruzo con caras de tristeza, otros sin embargo sonríen a escondidas.


Nadie se fija en mí.


A veces recuerdo cuándo veía a mi hija pasear, incluso mi memoria me permite en alguna ocasión rememorar a mi hermano, si bien su rostro se oculta de mí tras un velo gris.

El sol, aunque no calienta, luce rojo en su retirada tras el horizonte, y en ese momento la veo a ella.

Es mi hija, que en mi mente recuerdo pintada con otros colores, y que hoy veo distinta. La falta de tintura en su cabello, otrora castaño, decora su piel con lunares y manchas propias de la vejez.

Acude a este lugar en el que me encuentro, con un ramo de lirios blancos.

Veo cómo los deja en el suelo y da media vuelta, sin mediar palabra conmigo, pero cuando veo su espalda la olvido. Ya no la reconozco.

Sigo con curiosidad y sin motivo a esa vieja mujer hasta la verja. Después, mi espíritu, cada vez más olvidado, vuelve a su deambular sin sentido por el cementerio, a duras penas vivo de momento, gracias a la memoria de esa anciana, que pronto formará parte del laberinto de lápidas. 






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